Seguramente varios de ustedes han escuchado hablar de la temida norma que la Secretaría de Economía (SE), a través de ProSoft, está preparando para la industria de software. Les confieso que soy la “culpable” principal de que esto suceda y, para que me puedan “juzgar”, les presento mi versión de los hechos.
En 2002 la Secretaría de Economía empezó a organizar mesas de trabajo para definir las estrategias del programa para el desarrollo de la industria de software, hoy conocido bajo el nombre de ProSoft. Alcanzar niveles internacionales en capacidad de procesos fue una de las estrategias del programa. Como presidente, en ese entonces, de la Asociación Mexicana para la Calidad en Ingeniería de Software (AMCIS), empecé a coordinar los trabajos de un grupo interesado en este tema. Primero preguntamos por las características básicas de la industria de software mexicana con respecto a su tamaño y las capacidades de sus procesos. Nadie en este momento tenía la respuesta pero se sospechaba, lo que quedó confirmado con los estudios posteriores, que la mayoría de las empresas son MyPEs (Micro y Pequeñas Empresas) y que el promedio de capacidades de procesos está a nivel 1 (en realidad 0.9, pero prefiero redondear).
Hicimos entrevistas en unas cuantas empresas con estas características y preguntamos sobre sus necesidades con respecto a un modelo de procesos y su evaluación. Las respuestas, en pocas palabras, decían: queremos algo fácil de entender, práctico y barato. En este mismo momento la SE nos dijo: queremos que sea norma mexicana. Con esta “especificación de requerimientos” empezamos a revisar los modelos de procesos disponibles incluyendo ISO9000:2000, CMM-SW, ISO12207, ISO15504 y la versión inicial de CMMI. La conclusión fue: ninguno cumple con los requerimientos. En estas circunstancias decidimos proponer a la SE un proyecto, un tanto atrevido, de desarrollar un modelo de procesos y un método de evaluación “a la medida” de nuestra industria. Por supuesto que no se trataba de “inventar el hilo negro”. Nos comprometimos cubrir por lo menos las prácticas de CMM-SW nivel 3 e ISO9000:2000, en el caso de modelo de procesos, y cumplir con los lineamientos de ISO15504, con respecto al método de evaluación.
Algunos de los representantes de la industria expresaron su desacuerdo con este proyecto, sin embargo, la SE nos dio visto bueno y recursos a través de un convenio con la UNAM, entregados con un retraso acostumbrado en este tipo de instituciones. La falta de recursos monetarios no fue un obstáculo, porque el reto que ofrecía el proyecto atrajo a los recursos más importantes, recursos humanos. Entre septiembre y diciembre de 2002 logré conjuntar a través de la AMCIS a un equipo de once personas, en su mayoría mujeres profesionistas, que aportaron su conocimiento y experiencia para generar MoProSoft (el Modelo de Procesos para la Industria de Software) como documento base para la norma mexicana. En junio de 2003 la SE lo hizo público a través del portal software.net.mx. Hasta la fecha no he recibido ningún comentario negativo sobre el modelo y, además, uno de los mayores escépticos con respecto al proyecto dijo que “estaba bien”. Para completar la norma se necesitaba definir el método de evaluación basado en MoProSoft como modelo de procesos. Para tal fin conjunté otro equipo en 2003, en esta ocasión la mayoría fueron hombres, y como consecuencia de su trabajo se definió EvalProSoft (el método de Evaluación de Procesos de Software), que fue revisado por los dos únicos Lead Assessors con los que contábamos en ese momento en México.
Al principio de 2004 ya teníamos los elementos básicos, el modelo de procesos y el método de evaluación, para empezar los trámites de normalización en el subcomité de Software del NYCE (Normalización y Certificación en Electrónica). Sin embargo, nos faltaba un “detalle”: probar que MoProSoft y EvalProSoft sirven en la práctica. Así surgió el tercer proyecto de pruebas controladas con cuatro empresas que tienen el perfil promedio de la industria de software. Después de un proceso de selección en julio de 2004, a las cuatro empresas se les aplicó una evaluación inicial para conocer sus niveles de capacidades con respecto al modelo de MoProSoft. Posteriormente, entre agosto y diciembre, con el apoyo de un día a la semana de una consultora, las empresas adecuaron los procesos de MoProSoft a sus necesidades, definieron las plantillas de los productos y empezaron a implementar los procesos. El objetivo de las pruebas controladas fue demostrar que, en un lapso de tiempo relativamente corto, las empresas pueden elevar sus niveles de capacidad y “no morir en el intento”. Las evaluaciones finales comprobaron esta hipótesis. Además, se afinaron los detalles de EvalProSoft para lograr mayor objetividad en la evaluación del cumplimiento de los atributos que caracterizan a cada uno de los niveles de capacidad de procesos.
“Ya me puedo morir”, esta es mi frase favorita cuando escucho a uno de mis ex -alumnos repitiendo en algún foro las ideas que en su momento le trató de inculcar su maestra. En estos momentos me siento feliz y satisfecha. Así me siento ahora, cuando hemos terminado las pruebas controladas de MoProSoft y EvalProSoft. Con mayor seguridad voy a hacer todo lo necesario para que a mitad de este año el NYCE los formalice como norma. No le tengan miedo, no va a “doler”. Mejor pregunten a los que han sobrevivido el intento.
Acerca del autor
La Dra. Hanna Oktaba es profesora en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Es fundadora y vicepresidenta de la Asociación Mexicana para la Calidad en la Ingeniería de Software. Actualmente dirige el proyecto para la creación de una norma mexicana para la industria de software.
- Log in to post comments