Hoy las compañías se encuentran en un entorno de competitividad dirigido por la exigencia de ser mejores en todos los sentidos, no solo se trata de aumentar los ingresos, sino de aumentar los beneficios hacia los clientes, de forma que no podríamos dejar de lado ninguna de las áreas que conforman nuestra cadena de valor. Los procesos, los ingresos, los egresos, los recursos materiales y humanos, las opiniones de nuestros clientes y la información que todo lo anterior genera, son un capital valioso que se puede convertir en la mejor herramienta para enfrentar los retos que representa tomar decisiones acertadas con el contexto de no dejar de considerar nada relevante para nuestro negocio. Si nos centramos en este pensamiento, descubriremos como la inteligencia de negocios se vuelve no una herramienta tecnológica, sino un componente más de nuestra cadena de valor, dejar de prestarle atención, puede convertirse en un riesgo importante y costoso.