La colaboración masiva demostró ser un recurso fundamental para afrontar las secuelas que provocó el sismo del 19 de septiembre de 2017 en la Ciudad de México. El uso de las redes sociales permitió la comunicación entre las labores de rescate, logística y la sociedad civil. Se aprendieron lecciones sobre los alcances y las limitaciones de esta asociación. Sin embargo, ¿qué pasa cuando no existen las condiciones ni la infraestructura tecnológica propias de las grandes urbes?
En esta plática se hablará de un proyecto que explora otras posibilidades del uso de tecnologías actuales cuando la situación en la que el desastre natural ocurre es distinta. Tomando como objeto de estudio imágenes capturadas por drones durante los días posteriores al sismo del 7 de septiembre de 2017 en pueblos del estado de Oaxaca, se propone un proceso de análisis que permite detectar zonas dañadas de manera automatizada. Para esto, se aplican técnicas que permiten el uso de modelos que han sido entrenados previamente en infraestructuras gigantescas, ajustandolos a nuestro problema en particular. Esto reduce la cantidad de recursos tanto en tiempo como en infraestructura necesarios para obtener resultados con alta exactitud. En el futuro, esto permitirá canalizar los esfuerzos de apoyo de manera más ágil y eficiente.