Hoy casi todos conocemos las bondades de explotar los datos provenientes de los sistemas transaccionales para apoyar la toma de decisiones. Los datos permiten conocer los perfiles de nuestros “clientes”, si los conocemos mejor podemos adecuar los productos y los servicios que les entregamos de acuerdo con sus requerimientos; sin embargo, esta tendencia es más difícil de implementar cuando se trata de instituciones públicas, no porque desconozcan sus ventajas, sino porque casi siempre los recursos de que disponen están destinados a la operación cotidiana para llevar los productos y servicios a la población.