Paul Brown de Linux Magazine escribió para el panel de expertos del informe Valoración del software libre 2011 este interesante artículo que aquí se reproduce en su totalidad:
La respuesta corta: existiendo. Es imposible introducir un elemento tan disruptivo en un sistema sin que ese sistema no sufra cambios. Si el movimiento del software libre no hubiera adquirido tracción en el sector de la informática, el panorama del software actual sería muy diferente.
Lo que nos lleva a la respuesta larga...
Una verdad incómoda
Hay una regla de mercado que dice que el precio de un producto es inversamente proporcional a su oferta (es decir, que cuando baja la oferta, sube el precio y viceversa), y directamente proporcional a la demanda (es decir, que cuando sube la demanda, también sube el precio y viceversa). Esto se podría expresar matemáticamente más o menos de la siguiente manera: precio=demanda / oferta
Hasta muy recientemente, casi cada producto tenía un coste asociado a la producción por unidad. Cada coche salido de una cadena montaje consumía metal, plástico, electricidad y pintura, amén de horas de mano de obra del operario. Cada patata "consumía" su correspondiente tubérculo, tierra, abono, agua y, de nuevo, las horas de un agricultor.
Es cierto que los precios de los productos finales podían fluctuar, pero debido al hecho de que la oferta jamás podía sobrepasar ciertos límites impuestos por la disponibilidad de las materias primas necesarias y las horas de los operarios dedicadas a producir cada unidad, los automóviles y las patatas que habían en el mercado siempre costaban algo.
Pero imaginemos que un emprendedor descubre una manera de replicar sus productos a un coste casi cero. Qué sé yo... Su departamento de I+D consigue canalizar energía en bruto desde un universo paralelo a través de un puerto "T" y nanorobots autorreplicantes lo transforma en materia con la forma de seat ibiza o papas fritas en bolsa. Tras una inversión inicial en una nave y la maquinaría adecuada, se podrían fabricar literalmente infinitas unidades y todo son beneficios.
O no.
Miremos un segundo de nuevo la fórmula que citamos más arriba. Sí, el fabricante podría inundar el mercado con sus productos, pero ¿qué pasa si el denominador de una fracción, en este caso, la oferta, tiende a infinito?
Exacto: que el precio tiende a cero.
Un empresario astuto sería muy cuidadoso de revelar lo que ocurre en esa nave camuflada que ha levantado en medio del desierto. Es más, probablemente seguiría manteniendo las estructuras de antes, las de su fabrica pre-Replikator, como tapadera para no levantar sospechas. En esencia, recurriría al engaño para dar la impresión de una escasez artificial que mantuviera los precios en su sitio.
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No diré si esto me parece ético o no, o si un invento así debería darse a conocer al mundo o debería mantenerse en secreto, no fuese a destruir el sistema económico tan "perfecto" que tenemos hoy en día. Lo que sí diré es que hay una industria en la que el Replikator existe casi desde siempre. Y no es que nadie lo descubriera, sino que era de dominio público. Era tan común que pasó casi desapercibido. Todo el mundo lo usaba, pero sin pensar en ello, siendo uno con la industria y ligado al éxito del sector.
Este complaciente estado de cosas cambió el día en que un tal William Henry "Bill" Gates III mandó una iracunda carta al Homebrew Computer Club...
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Estamos en 1976 y Gates y su socio Paul Allen acaban de escribir (con la ayuda de un tercero) un intérprete BASIC para el Altair 8000, el primer ordenador que puede denominarse con propiedad "personal". Cuando el intérprete llegó a los miembros del HCC, estos hicieron lo que habían hecho siempre: desenfundaron su particular versión del "replikator"... y lo copiaron.
Esto enfureció a Gates. "La mayoría de ustedes roban su software" escribió "¿A quién le importa que la gente que trabajó en él se le pague?". En la misma carta pasa a detallar la minuta de lo que cuesta construir su BASIC: un programador, tiempo alquilado en un ordenador (aunque mucho del desarrollo inicial se hizo gratis en el PDP 10 de la Universidad de Harvard)... y ya está.
Hay que entender que esto supuso un shock para los miembros del club, ya que durante los primeros tiempos de la informática personal, los aficionados eran todos sin excepción geeks y no había diferencia entre los creadores de aplicaciones y sus usuarios. Si Manuel escribía un compilador, Arturo creaba un linkeador y ambos se intercambiaban rollos de papel (los programas se grababan en largas cintas de papel con agujeros para representar los ceros y unos) en la siguiente reunión del Club. Y no sólo entre ellos, sino con otros miembros.
Se sobreentendía que el software era valioso, sí, pero compartirlo lo era más, ya que era el camino hacia una comunidad sostenible. Los programas se consideraban herramientas y no un fin en sí mismos y sucede que, si perteneces a un club de jardinería y te hace falta un rastrillo en una de las reuniones, probablemente algún otro miembro no tenga ningún problema en prestártelo. En los clubs de informática además podías hacer una copia de la herramienta y llevártela a tu casa para seguir usándola.
(En el mundo corporativo no era igual, pero incluso ahí, era habitual distribuir el código fuente de los programas para que los técnicos de los clientes pudieran adaptarlo y parchearlo).
beneficios
Gates y Allen lo veían de otra manera. Ellos veían en el sector de la informática personal un mercado por explotar. Por tanto, no es que Richard Stallman inventara el software libre (esto de hecho no ocurrió hasta casi diez años después), sino que Gates y Allen inventaron el software propietario, al menos para el usuario final
La cuestión es que nuestro dúo dinámico se encontró con un "problema", el mismo problema con el que se encuentra el dueño del "Replikator" de más arriba. ¡Oh, sí! Había que pagar todas esas cintas de papel, embalarlos en cajas y pagar el envío a los clientes. Pero una vez escrito y depurado el programa, una vez creado el producto, se podían crear y distribuir casi infinitas copias por un costo mínimo.
Y con los años las cosas no iban más que a mejorar.
Primero vinieron las cintas magnéticas, luego los disquetes, a continuación los discos ópticos... con cada nueva oleada de tecnología, el almacenamiento y los costes de reproducción y de distribución caían. Hoy en día, grabar un programa en un pendrive o colgarlo en Internet es mucho más fácil rápido y barato que utilizar una troqueladora para grabar agujeros en un cinta de papel.
Pero, la eterna pregunta persiste: ¿Cómo mantienes el precio de algo cuya oferta tiende infinito? Al igual que el astuto empresario del principio de este texto, has de crear una escasez artificial. La vía hacia la rentabilidad por unidad, el objetivo de las corporaciones de software "tradicionales", pasa no por producir, sino por todo lo contrario: en evitar que se produzca.
Antiguamente se hacía restringiendo el medio. Todo el mundo recordará el exorbitante precio de los discos ópticos en los 90 y de lo totalmente inalcanzable de las grabadoras por su elevado coste. Luego resultó que no, que aún teniendo en cuenta lo novedoso de la tecnología de la grabación doméstica, no había una relación entre los medios y los grabadores y el precio al que se vendían al público. Nos mintieron. Era fundamental mantener la ficción de que replicar software era caro y, por tanto, de que había escasez.
Hoy en día incluso los costes de distribución han bajado a casi cero. La mayoría de los productos de software se descargan del sitio del proveedor. Podría parecer que el negocio es redondo y, aunque, naturalmente sigue existiendo el coste inicial de crear una primera plantilla de la cual vas a sacar todas las copias, durante mucho tiempo los fabricantes de software propietario hacían dinero vendiendo unidades de sus productos surgidos literalmente de un mero chispazo eléctrico.
Actualmente las licencias privativas vienen a sustituir la manipulación de los precios de los aparatos de replicación de épocas pasadas. Si uno las lee, se da cuenta de que la mayoría de sus cláusulas están dedicadas a prohibir la difusión del software, es decir, están diseñadas para mantener por argucias legales la escasez artificial del software.
A pesar de que ya es obvio para todo el mundo que las restricciones son artificiales, las aceptamos por que se entiende que una distribución incontrolada destruiría a la industria, cosa que contrasta curiosamente con las enormes fortunas que se amasan en su seno, especialmente en las empresas que más ruido arman y medidas más draconianas intentan imponer a sus clientes.
Un poco de cordura
Bueno, pero ¿cuándo sale el software libre en todo esto? Aparte de sus méritos intrínsecos, de su original metodología de desarrollo, de su vertiente social y su empeño en devolver el control sobre las aplicaciones a los usuarios, el Software Libre muestra por contraste las falacias de los argumentos de los grandes fabricante de software privativo, expone la falsedad de la escasez artificial y desmonta la idea de que la única manera de mantener a la industria informática dedicada a la producción de software es aplicando criterios predigitales. Puede que sea iintencionado, un efecto secundario de su particular naturaleza, pero la cuestión es que ocurre.
Millonarios_software
Además demuestra empíricamente que la compartición de código es un método muy eficaz de generar negocio. Al respecto de esto, hay dos preguntas trampa (y digo que son trampa por que el que las enuncia raramente quiere una respuesta, sino que pretende dinamitar las bases de la filosofía del software libre) que se oyen a menudo en conferencias y charlas: La primera es "¿Cómo se gana dinero con esto?" y la otra es "¿Dónde están los millonarios del software libre?".
Hay dos problemas con la primera pregunta. Por un lado demuestra más una carencia del que pregunta que del software libre. Demuestra que el que lo formula sólo es capaz de concebir el desarrollo del software en términos de negocio. Por desgracia para él, hay muchos motivos para desarrollar software y, tal y cómo se explica en este entretenido vídeo, el dinero no suele ser uno de ellos.
Y por otro es que, como trampa, es muy torpe. Es como preguntarse cómo puede un taller mecánico ganar dinero si no fabrica coches. Hay muchos más negocios alrededor del automóvil aparte de su fabricación: los automóviles se pueden mantener, reparar, tunear... exactamente igual que con el software libre.
Pero, piquemos, e imaginemos que es una pregunta legítima. Podemos ver al menos tres maneras de ganar dinero con Software Libre, dos de las cuales no son muy diferentes a las que encontramos en otros sectores de la industria.
1.- Digamos que a pesar de todo decides construir tu propia "fabrica de coches" de software. Pues eso es mucho más sencillo y barato hoy en día gracias a que existe el software libre.
Puede que no todo el mundo pueda dedicarse al desarrollo del software denominado "horizontal" (ese que utilizado por todo el mundo, como los sistemas operativos, procesadores de texto, navegadores web y demás), ya que, con el mercado copado por grandes fabricantes (Microsoft y Apple en el terreno de los sistemas operativos, Microsoft de nuevo en el de los suites de productividad ofimática, Adobe en el área de los gráficos, etc.), es un club muy exclusivo con o sin software libre. Miento, sería aún más exclusivo sin, por que encima no se contarían con las herramientas necesarias ni el código fuente que se pudiera reutilizar. Curiosamente, aún siendo el área más complicada de rentabilizar, hay empresas que han logrado, precisamente gracias al software libre, introducirse en el mercado del software horizontal.
Red Hat, por ejemplo, se ha convertido en una empresa multimillonaria gracias al negocio que ha generado alrededor de su propio sabor de GNU/Linux. Canonical ha logrado monetizar su desarrollo en Ubuntu con acuerdos para instalaciones OEM de partners fabricantes de hardware, como Dell. Eso significa que el proveedor del sistema operativo trabaja junto con el fabricante de hardware para adaptar el software perfectamente a la máquina. El fabricante de hardware paga al proveedor de software una comisión por cada máquina vendida con su sistema. Ésta modalidad de venta de software, es, por cierto, la mayor fuente de ingresos para la división de sistemas operativos de Microsoft.
2.- A pesar de lo anterior, en principio es más sencillo el mercado del desarrollo de aplicaciones "verticales" (aplicaciones especializadas, dirigidas a un sector muy determinado). Los programas para tareas muy específicas son más fácilmente monetizables y alcanzables para PYMES. Aparte del hecho de que muchos de los proyectos libres verticales empiezan su vida como encargos de pago, tienen la tendencia de convertir a los que los crean en especialistas en su sector, susceptibles a ser contratados para implantaciones, customizaciones, formación y documentación. De nuevo volvemos al negocio de no-necesariamente-cobrar-por-el-software (aunque no hay nada en ninguna licencia de software libre que te impida hacerlo), sino más bien por los servicios que genera.
3.- Por último existe el crowdfunding. Éste es un método de financiación relativamente nuevo y en este escenario el "cliente" es la comunidad. En el modelo de los "bounties" ("recompensas") es la comunidad quien solicita un desarrollo y establece lo que está dispuesto a pagar. Otros usuarios pueden sumarse a la iniciativa, aportando las cantidades que consideren oportunas hasta que la cantidad comprometida es lo suficientemente atractiva como para que un desarrollador o grupo de desarrolladores se hagan cargo del proyecto.
En el modelo Goteo o Kickstart es el desarrollador quién propone a la comunidad un proyecto a desarrollar y establece un presupuesto para su ejecución. Los miembros de la comunidad interesados en ver la realización del proyecto invierten en él, comprometiendo las cantidades que consideren oportunas.
En ambos casos, si el proyecto se ejecuta, una vez terminado el trabajo, el resultado pasa a ser propiedad de la comunidad, es decir, se distribuye bajo una licencia libre.
En cuanto a la segunda pregunta, la de los millonarios del Software Libre, no acabo de entender por qué sería deseable que existieran. Para la sociedad desde luego que no lo es. Es casi una anatema global que allá dónde hay más millonarios, también hay más pobreza, desigualdad e injusticia social. Para el resto de los jugadores tampoco sería buenas noticias. Las megacorporaciones necesarias para criar millonarios tienden a devorar a la industria, manipulando el mercado e instituyendo monopolios. De nuevo tenemos un escenario de desigualdad e injusticia, en este caso en el mercado.
Pero que no sólo es casi imposible crear millonarias corporaciones con software libre, sino que mina el poder de los grandes fabricantes de software propietario ya existentes. Es casi el autorregulador perfecto: Introducido en el ecosistema de la industria informática y sin la necesidad de agentes externos, fomenta la competencia, destruye monopolios y pone al alcance de todos las herramientas necesarias para crear e innovar, allanando el terreno de juego para todos.
Y así el círculo se cierra: el software libre restituye las cosas a como estaban antes de la carta de Bill Gates al Homebrew Computer Club, devuelve el software al estado de herramienta, de medio para conseguir algo y no un fin en sí mismo, a un bien compartido, motor de la igualdad de oportunidades y la innovación no discriminada.
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Mi conclusión es que no sé si el software libre esté dinamizando nada, pero sé que está trayendo cordura y sentido común a un sector que durante demasiado tiempo ha estado secuestrado por entes que han querido imponer una visión distorsionada a todos los demás.
Si vale eso como definición de "dinamización"...
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