La Técnica del Pavorreal: Muestra tu trabajo al mundo

Hace algunos años, abrí la puerta de una habitación que quería rentar. Era pequeña y por muebles contaba con una cama y un escritorio. Como única decoración, un dibujo enmarcado de un pavorreal. Al ver aquella imagen de inmediato pensé: «Tengo que trabajar en mi portafolio».

Hacer el portafolio es difícil

Esa palabra parece lo suficientemente inocua, pero tiene una cualidad ominosa para cualquiera que necesite exhibir su trabajo cuando busca proyectos nuevos. Hacer el portafolio no es sencillo, requiere de muchos pasos: tiene uno que haber participado en una serie de proyectos; seleccionar los que muestran más fidedignamente nuestras habilidades , los problemas visuales que uno puede─y quiere─ resolver; explicar el proceso de pensamiento de la manera más clara y cautivadora posible y tener ayudas visuales para ello; hacerlo público para que esté en algún lugar expuesto a los ojos del mundo; compartirlo con las personas que estén interesadas en el trabajo de uno. Es decir:es laborioso y requiere además de  quedar vulnerable a críticas y juicios.

Otro punto importante es que los que desarrollamos imágenes, vivimos buscando referencias. Lo que vayamos a hacer, es parte del proceso ir al Internet y buscar muestras de ese tipo de trabajo. De ahí cabe deducir que para hacer un portafolio, muchos de nosotros vamos a buscar otros portafolios para basarnos en ellos. El problema es que estos portafolios de referencia lucen increíblemente bien. Lo cual a veces nos hace sentirnos pequeños, como si fuéramos a poner un barquito de papel a competir contra barcos de juguete caros y de alta calidad, hechos por compañías reputadas.

La técnica del pavorreal 

La razón por la que un pavorreal está ligado a pensar en mi portafolio es el filósofo Bertrand Russel. El señor Russel escribió un libro llamado La conquista de la felicidad cuyo título es autoexplicativo. Hay un capítulo en el que habla de cómo los seres humanos tendemos a compararnos con los demás, y de pronto menciona que él jamás ha visto a un pavorreal comparando su cola con la de otros pavorreales. En cambio muestra sus adornos con orgullo y denuedo, convencido que sus colores son los mejores en el mundo. Claro está que Bertrand no se refería a un portafolio de diseño y que tampoco lo llama una técnica. Empero, esa es la inspiración y el origen de este artículo.

Como dato de color, Adrian Frutiger, en su libro Signos, símbolos, marcas y señales, muestra un dibujo de un pavorreal con la cola sin desplegar, llamándolo «una insólita representación» pues, usualmente se les ve orgullosos y bizarros. Opino pues, que así deberíamos de mandar el enlace a nuestro portafolio a clientes potenciales, sea lo que sea que hagamos en la industria “creativa”. Sin compararnos con nadie, sin justificaciones comunes como decir: «Es que no está terminado, es que no he tenido tiempo para hacerlo mejor» mostrar el portafolio con la misma confianza que el pavorreal presenta sus plumas.

Conclusión 

Hay una aclaración que vale la pena hacerse: Esta técnica no propone que mostremos trabajos a medias, o que nos alojemos en la mediocridad. Uno debe de tomarse el tiempo de hacer el mejor trabajo de acuerdo con sus capacidades, siempre vigilantes de que hay un punto en el que el perfeccionismo se torna en auto duda y nos puede inmovilizar. 

Para afrontar la parálisis que se presenta cuando enfrentamos la tarea de hacer el tan temido portafolio, recomiendo técnicas como la pomodoro, o la regla de los diez minutos, quizás listas con micrometas, no sé, disciplina. Sin embargo, ya que estamos en el último paso, ya que tenemos el trabajo curado, ya que lo hemos descrito y posicionado en algún lugar en línea, se requiere tomar un suspiro e imaginarnos como el pavorreal antes de presionar el botón publicar. 

Volviendo al inicio, terminé rentando ese cuarto y viví ahí casi dos años. Jamás quité el cuadro del pavorreal, puse mi área de trabajo justo en esa pared para recordarme que debo estar siempre orgulloso de mi plumaje.