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Los datos financieros son fríos, confusos, masivos y son generados muy lentamente rastreando nuestros acciones en distintos aspectos de la vida cotidiana. Deben ser ordenados, interpretados y analizados para que sean útiles.
En contraste las emociones aparecen de formas evidentes, repentinas y muchas veces públicas indicando aparentemente rutas claras del camino que debemos tomar, incluso generando impulsos para hacerlo en el momento en que suceden. No es de extrañar entonces que las personas tomemos decisiones por aquello que sentimos y no por lo que sabemos
Una década de experiencia como consultores en ciencias de datos nos ha enseñado que es mucho más sencillo ayudar a un cliente si sabemos de antemano aquello que quiere decidir y luego le proveemos con la información que le ayude a tomar esta decisión.
La manera en que nuestros clientes deciden siempre es expresado emocionalmente narrando el cúmulo de experiencias que en el pasado lo llevan a tomar tal o cuál decisión en el presente. Es entonces nuestro trabajo lograr que las historias que narran nuestros datos empaten con la manera como nuestro cliente toma decisiones y de tal modo ayudarlo a verificar o corregir sus arraigadas creencias. No lo contrario.
En ésta platica les mostraremos tres aplicaciones de lo dicho donde usando datos de fuentes públicas los transformamos en historias que responden a las preguntas que la gente tiene de tal forma que podamos auxiliarle en hacerlo mejor.