El cómputo casero actual se caracteriza por alta capacidad de procesamiento a costos bajos sin que sea utilizado todo su potencial. Desde hacia varias décadas se ha tratado de conseguir esta meta. Los precios competitivos; producto de desarrollos tecnológicos de punta, así como la gran oferta de fabricantes principalmente asiáticos le han permitido a las computadoras penetrar en el mercado.
Sin embargo todavía se estima que en países subdesarrollados la penetración del cómputo es muy baja por 3 factores principales: El costo del hardware, la falta de infraestructura y la brecha digital. Por ejemplo en México tan solo el 30 % de los hogares tienen una computadora y la inversión en telecomunicaciones no supero lo de hace 11 años debido a que el dinero fresco provino de las empresas "pequeñas" mientras que los monopolios -amparados en políticas desiguales- se dedicaron a hacer que México ocupe un lugar en los países de la OCDE entre los de conectividad más cara y más lenta. El tercer factor es obvio, pero de entre todo destaca que el analfabetismo tecnológico ocurre aún si se posee una computadora por lo que su ámbito va mas allá del tema del usuario, es decir de política pública y la educación básica que solo tiene programas emergentes.
El hecho de abaratar costos de las computadoras y de la cruzada de la penetración en el mercado por un momento se vió impactado con la introducción de las llamadas "netbooks" y en efecto, hubo cierta emoción que se desvaneció casi de inmediato por las limitaciones del producto: Tamaño muy pequeño, teclado muy pequeño, pocas prestaciones de hardware y finalmente procesadores limitados, lo cual dio paso al dispositivo de última generación capaz de competir con una lap-top : las tablets, pero cuyo costo en algunos casos puede llegar a superar a una computadora portatil de prestaciones buenas. Ahora los dispositivos móviles pueden alcanzar también considerables prestaciones de cómputo pero hay razones suficientes para suponer que jamás reemplazaran una computadora. Y uno de esos factores es la poca disposición de los fabricantes de dar suficiente control del Sistema operativo al usuario final.
Pero ¿por qué la gente estaría dispuesta a pagar por una computadora o al menos incluirla como un producto básico para el hogar que se deberá adquirir tarde o temprano?
La respuesta es que el valor de una computadora radica en el uso que se le da y los beneficios tangibles e intangibles que se obtienen. Según las encuestas el uso más recurrente es la consulta y búsqueda de información y el intercambio de mensajes (texto, voz, imágenes, video y datos dependiendo la pericia del usuario) buscando principalmente la interconexión con la gente. En segundo lugar es para ejecutar programas de oficina básicos.
Sin embargo el uso de los recursos sigue siendo muy bajo, llevando a la subutilización del equipo.
Muy lejos ha quedado ya el uso como herramienta de cálculo, es decir como máquina capaz de ser programada para automatizar o procesar información.
Hoy en día es normal acceder al sistema operativo y ejecutar un programa, pero es un privilegio que ha costado mucho desarrollo, innovación y democratización del cómputo. Suena raro pero a partir del lanzamiento del procesador Intel se generó un hito que marcaría el inicio de una revolución tecnológica que llevó a las masas el cómputo ,accesible antes solo por unos cuantos. En pleno auge de los N-Geners nadie recuerda cual era el propósito de cómputo:dotar de poder al usuario, liberarlo de un sistema centralizado, dar autonomia y facilitar la creación.
A principios de 1970 se crearon las primeras interfaces de usuario donde podrían obtenerse resultados inmediatos del procesamiento de información a través de lineas de comandos en modo gráfico, simulando enlaces interactivos. De esta forma se podía aprovechar el uso de la única computadora conmutando el tiempo de proceso entre varios usuarios. Estas terminales sólo eran funcionales si se conectaban al sistema principal, pero por si solas no podían realizar ninguna tarea por lo que se les llamó terminales tontas (dumb terminal) . Poco a poco estas terminales fueron ganando independencia, a algunas se les añadió un procesador que le permitia escribir con estilo y mejorar las comunicaciones, pero al final del día eran esclavas del sistema principal donde el administrador era el amo absoluto.
Poco tiempo después del lanzamiento del microprocesador, la terminal evolucionó con sus propios medios de procesamiento, memoria y almacenamiento.Pudo liberarse generando una carrera armamentista por adquirir no solo mayor independencia, sino más poder de cálculo, menor costo y mayor penetración en el mercado .Cuando al fin pasó y las computadores podían contar con su propio hardware y su propio sistema operativo, entonces el usuario fue liberado del administrador (convirtiendose el mismo en administrador) y así el usuario fué feliz.
Felicidad que con el tiempo se fue acabando. El usuario pasó del auge creativo al mero consumo de aplicaciones (refiriéndonos únicamente a cuestiones creativas del uso de una PC más no en las aportaciones de contenido que son casi infinitas en las aplicaciones web 2.0) y ha cedido parte de su poder a los fabricantes de software que en algunos casos quitan toda intervención del usuario en cosas elementales relacionadas al sistema operativo, al grado que hoy en día si una computadora no esta conectada a La Internet el usuario se siente aislado,desconectado, prácticamente es un paria, de nada sirven los miles de millones de ciclos que la computadora puede ejecutar, simplemente la computadora parecería como una cara cosa inútil.
Con esto el usuario está apunto de volver a ser esclavo, todo el poder de cómputo que tiene en sus manos esta siendo desperdiciado y esta dispuesto a volver a adquirir terminales tontas que le aseguran lo mantendrán siempre conectado, bajo el yugo de ceder el control del sistema "no te preocupes jamás volveras a sufrir con las actualizaciones, no te preocupes por el espacio aquí es ilimitado, no te preocupes hay millones de aplicativos ". Solo que ya no verás una linea de comandos.
Por supuesto que la vida con miles de aplicaciones en línea es más fácil, pero ya tenemos demasiadas cosas fáciles. ¿Qué hay de la curiosidad y el esfuerzo por aprender que caracterizan a los early adopters o la experimentación o la simple crítica?
Hoy en las escuelas cada vez más la materia de cómputo se remite a uso de aplicaciones: Redes sociales sin saber que es una red, mensajes de voz sin saber que tecnologías intervienen, programas sin lógica computacional o un entendimiento mínimo de que es un algoritmo hacen que en pleno siglo XXI la computadora parezca un artefacto casi mágico. No es así, una computadora es una herramienta y el usuario manda o debería hacerlo.
Los fabricantes de hardware deberían evitar las presiones de fabricantes de software que quieren la exclusividad en los sistemas operativos que le quitan el poder al usuario. Estamos presenciando la privatización de recursos del bien común como hasta en el simple hecho de crear un archivo o renombrarlo o como administradores dar un permiso o negarlo a una aplicación que siempre se quiere conectar a la Internet nos quiere ser arrebatada.
¿Cederá el usuario el paso a dispositivos de fabricantes que consientes de la subutilización del producto ofrecen un combo de fácil digestión? Siceramente esperamos que no y quedará también en manos de la política pública que se informe sobre la importancia real de una computadora y el logro intelectual de ponerla en manos de las masas como un instrumento creativo y poderoso y no solo como mero artifice de visualización del broadcasting sin sentido.
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