Una metodología es una serie de procesos, procedimientos y herramientas, utilizadas para lograr un objetivo definido. La necesidad de una metodología se basa en tres objetivos principales: el primero es fungir como una lista de actividades con la cual debemos asegurar que el entregable esté correcto. Dicha lista refleja el conocimiento de personas dentro y fuera de la organización, y puede estar formada por actividades, procedimientos, artefactos, y otros elementos. El segundo objetivo tiene que ver con la comunicación entre grupos de trabajo. La metodología define qué es lo que debe hacer cada individuo para lograr un resultado en conjunto, la metodología coordina y asegura que cada persona trabaja lo más eficientemente posible en un mismo objetivo. El tercer objetivo es el de medir para mejorar. Si todos hacen las cosas de la misma forma, puedo comparar la productividad entre diferentes equipos, y tratar aprender de los equipos con mejor desempeño para aplicar esas prácticas a otros proyectos.
Tomando estos tres objetivos como base, el punto que se hace evidente es que en realidad no importa el modelo que utilicemos, puede ser ISO9000, puede ser ITIL, CMM o hasta metodologías ágiles, el modelo no afecta la complejidad de la metodología, la complejidad de la metodología es afectada por: a) la complejidad de los proyectos que estamos trabajando, ya que entre más complejo es el proyecto, más elementos deben cuidarse en la lista de practicas a seguir. b) la cantidad de personas involucradas en el proyecto y c) la cantidad de información que se colecta para poder mejorar el proceso.
La complejidad de los proyectos
La complejidad de los proyectos afecta en forma proporcional a la complejidad de la metodología. Si el proyecto sólo requiere programar. Solamente se requiere de una metodología de programación y pruebas unitarias. Si adicionalmente hacemos análisis, necesitamos una metodología que cubra el análisis, diseño, programación, etcétera. Además si en mi organización vendemos proyectos con diferentes tecnologías, y si vendemos desarrollos nuevos, así como mantenimientos y migraciones, nuestra metodología debe de cubrir procesos para cada una de las tecnologías, y cada una de los productos. Así es que ésta, crece exponencialmente en base a la cantidad de productos, tecnologías y fases de ejecución que tengamos en nuestra organización. Por lo tanto, uno de los elementos que hace complicada la metodología, no es el modelo, sino la complejidad de las diferentes ofertas que manejamos.
El número de participantes
La complejidad de la metodología también es consecuencia de la complejidad de las relaciones de comunicación que existan en un proyecto. Cuando un proyecto es ejecutado por una sola persona, la metodología puede ser tan sencilla como una lista y un papel en blanco. Cuando el proyecto lo forma un equipo de trabajo compuesto por diversos roles que deben coordinarse entre sí, la metodología debe asegurar la comunicación entre las diferentes partes. Debe incluir elementos para controlar la configuración, y asegurar que se puedan incluir las diferentes versiones; también sería necesario generar listas de escalación, juntas de seguimiento, seccionar planes de trabajo y demás. Si adicionalmente el equipo se encuentra dividido entre geografías, e incluye a individuos externos como áreas de sourcing, o la dirección de la organización, entonces la metodología se complica aún más.
Cantidad de información
Finalmente, cuando la única métrica que debo generar es mi estimado y mis tiempos reales, con hacer un plan de trabajo es más que suficiente. Pero si además, requiero llevar registro de los defectos, llevar un control de los mismos generados por cada participante del proyecto, llevar una junta para revisar los tipos de defectos, minutas para la junta, controlar el re-trabajo, y demás. Si adicionalmente queremos medir los costos de entrenamiento, el tiempo de utilización de cada individuo, la cantidad de puntos funcionales que se produjeron contra los que se debieron producir. Se tienen que agregar procesos que midan el entrenamiento, los tiempos por actividad de cada individuo, se deben calcular los puntos funcionales al iniciar el proyecto, y cada vez que se agreguen nuevos requerimientos, se deben calcular los puntos funcionales generados. Así que entre más elementos midamos, más compleja se hace la metodología. Una forma de simplificarla, es generando un grupo de métricas sencillas.
Conclusión
El modelo en sí, no hace compleja una metodología, son las personas que la generan, las que en ocasiones las hacen más complicadas de lo que pudiesen ser. La implementación de un proceso en una compañía sencilla, debe de ser de igual manera: sencilla. El modelo que se debe seleccionar para una organización debe elegirse debido a la relevancia en la industria actual, a los modelos que requieren mis clientes, a lo que siento que nos puede beneficiar por las debilidades que tenemos como organización. La metodología es independiente del modelo que utilicemos, la realidad es que, sabiendo adaptar la metodología a las necesidades de mi organización, cualquier modelo es fácil de implementar.
Acerca del autor
Luis R. Cuellar es Director de Calidad a nivel mundial de Softtek Information Services. Luis es reconocido por la American Society for Quality (ASQ) como Certified Quality Manager, Certified Software Engineer, y Six Sigma Black Belt. En los últimos cinco años ha estado a cargo de la definición e implantación de la estrategia para CMMI5 y Six Sigma a través de las diferentes áreas del centro de desarrollo de Softtek
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