El desarrollo de software con calidad es una necesidad de las empresas productoras de software del país. La competencia de la industria extranjera, como India y China, así como las exigencias de algunos clientes estadounidenses, hacen que la calidad se haya convertido en algo más que una palabra de moda o una urgencia por obtener certificaciones prestigiosas. Para tener ventaja competitiva, un desarrollador de software debe cuidar no sólo la calidad de su producto, sino la calidad en su proceso de desarrollo. Por calidad del producto entendemos software que sea válido y verificado, que sea resistente a fallas, y que tenga el desempeño requerido según especificaciones. Por calidad del proceso entendemos aquellas prácticas que hacen que el tiempo de los desarrolladores sea utilizado de manera óptima, que aquellos procesos repetitivos sean debidamente documentados, y que en general hacen que el ciclo de desarrollo de un proyecto sea tan suave y sin incidentes como sea posible.
Es esta búsqueda de calidad lo que ha llevado a la creación y adopción de modelos y metodologías de calidad, como CMM o SPICE. De hecho, los modelos de calidad se han vuelto tan importantes que una empresa desarrolladora de software de gran tamaño no puede concebirse si no tiene algún tipo de certificación o avalúo de parte de algún organismo internacional. La capacidad de estas empresas —Softtek, por ejemplo— para exportar software hacia Estados Unidos está a menudo supeditada a poseer algún tipo de certificación de calidad internacional. No queda ninguna duda de que estas empresas deben incluir y mantener en sus programas de aseguramiento de calidad de software una certificación internacional, tanto para optimizar el uso de sus recursos como para poder competir en el mercado de exportación.
¿Cuál, entonces, debe ser la postura de una pequeña o mediana empresa productora de software con respecto a las certificaciones? Y, ¿de qué manera deberían apoyar las comunidades y grupos de software del país a estas empresas para la obtención de certificaciones? Como ya es sabido, las PyMEs tienen recursos limitados. En particular, resulta difícil asignar roles para las actividades de un modelo como CMM entre los pocos miembros del personal de unos pequeña empresa, que seguramente ya juegan distintos roles en el proceso de desarrollo. Pero esta aparente paradoja no significa que estas empresas no deban aspirar a la adopción de prácticas y procedimientos que mejoren su ciclo de desarrollo de software. En el caso extremo en el que la empresa desee entrar al mercado de exportación, es probable que no haya opción y se tenga que aspirar a una certificación formal, con el costo que eso representa. Pero existen otras opciones. Se puede aspirar a implantar un modelo de calidad con el objetivo de optimizar procesos y adoptar mejores prácticas, sin optar por pagar el costo de hacer oficial la certificación. O se puede implantar un modelo de calidad regional, adaptado a la realidad de la PyME. En estos casos, lo que se busca es la mejora de los procesos de desarrollo de software y un mejor producto final, con el fin de optimizar costos y tener un producto confiable que consolide a la empresa en el mercado.
Algo que es importante mencionar es la postura que se está permeando en la comunidad de software sobre el mercado potencial de las PyMEs desarrolladoras de software. Si bien es cierto que se desea que el país compita contra las potencias productoras de software, como la India, también es cierto que existe un gran mercado nacional que, paradójicamente, consume software producido por empresas extranjeras. La visión presentada en varios foros de la industria es precisamente esa: la PyME debe empezar por abarcar este amplio mercado nacional antes de preocuparse por el mercado de exportación. Es la opinión de varios miembros de la industria que éste enfoque al mercado nacional crearía un círculo virtuoso en la economía del país.
Esto nos lleva de nuevo al tema de las certificaciones. Según esta visión, no es una prioridad la certificación de metodologías de calidad de software para las PyMEs. Lo verdaderamente importante es la adopción cabal de estas metodologías en los procesos de desarrollo. En todo caso, es de suma importancia la elaboración de estándares locales y, ¿por qué no? de certificaciones nacionales que avalen estándares de calidad acordes a las necesidades de los consumidores locales y las características únicas de las pequeñas y medianas empresas. Es por esta razón que los esfuerzos por crear estas certificaciones locales deben ser apoyados tanto por los grupos de ingeniería de software, así como por las instituciones académicas y la industria en general, y que es de suma importancia la adaptación y creación de modelos de calidad de software para la pequeña y mediana empresa. Estos modelos serán, entonces, una antesala para optar, en su momento, por una certificación de nivel internacional, y un paso necesario en el camino hacia un país que sea competitivo en la industria del software mundial.
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