Hace un par de meses fui invitado a formar parte del subcomité treinta y cuatro de ISO/IEC. Este subcomité tenía la muy importante misión de decidir la postura de México sobre si el formato OOXML para guardar documentos debía o no ser aprobado por la vía rápida como un estándar de ISO.
Como he realizado pruebas beta y pruebas de concepto con Office 2007, me pareció buena idea participar. Durante los siguientes días nos hicieron llegar el documento del estándar propuesto, un enorme documento de más de 1000 hojas tan solo para la especificación básica. Honestamente no creo que nadie lea un documento de ese tamaño en su totalidad, de modo que yo me concentré en cuestiones de seguridad, cuestiones de compatibilidad, cuestiones de derecho de copia y de uso, y finalmente, pero no menos importante, cuestiones de usabilidad: de nada sirve un estándar si no es de uso práctico para los usuarios.
Junto con mis alumnos, exploramos el formato y construimos aplicaciones para leer y escribir documentos en OOXML. Mientras, revisé los puntos de compatibilidad, seguridad y derecho de copia en el documento. Y, como buen miembro de la generación X, me dediqué a leer información adicional en Internet. Ahí me encontré con muy acalorados discursos a favor y en contra de la adopción de OOXML como estándar. Me parece que ISO recibe, revisa y aprueba o rechaza una buena cantidad de estándares cada año, y muchas de estas decisiones ocurren sin más que una mención en alguna revista especializada. Pero este estándar en particular tenía que ver con un formato originado por la empresa de las ventanitas, y tras unos cuantos minutos de visitar páginas en Internet pude darme cuenta que para algunos la adopción del estándar se había convertido en un avatar de la eterna pugna entre el software libre y el software comercial. Revisé la documentación técnica de Microsoft. Revisé la documentación técnica de ODF, el formato para documentos que utiliza OpenOffice y que ya ha sido aprobado como un estándar ISO. Definitivamente descarté el discurso de las páginas de mercadotecnia de Microsoft, pero del mismo modo descarté el discurso extremista de www.noooxml.org, que descalificaba a OOXML de entrada con información incompleta.
En fin, armado de todas mis lecturas y mi experiencia con el formato, emití mi voto y asistí a la reunión final del comité (el porqué se emitió el voto primero y luego fue la reunión es un tema aparte que desafía mi lógica y dejo en el tintero). La sala de juntas de CANIETI estaba a reventar, como nunca la he visto. Lo que siguió realmente hubo que vivirlo para creerlo, y yo aún pienso que ese día fui trasladado a una especie de dimensión desconocida, por lo surrealista que de pronto se volvió la situación.
Resulta que lo que debió ser una reunión para determinar la pertinencia de OOXML como estándar se convirtió en un debate de software libre contra software comercial, y yo solo pude contenerme una sonrisa incrédula cuando el primer punto de discusión fue ese documento bajado de noooxml.org. Parece ser que más personas habían hecho su tarea. Los minutos se hicieron horas y las horas eternidades mientras ambas facciones (por que en este momento eran facciones) exponían su caso, sobre las ventajas del nuevo estándar, sobre sus peligros, sobre la necesidad de dos estándares, sobre las virtudes y deficiencias de cada uno de ellos.
Yo me desconecté de la discusión por la siguiente hora, porque ahora yo me sentía como en la cámara de senadores, en uno de esos grandes ejemplos de madurez de nuestra política nacional. Simplemente me quedé ponderando sobre la utilidad de un estándar oficial, si no es un estándar que vive feliz en mi computadora personal.
Entonces nuestro moderador mostró los resultados de la votación, porque como les comenté, estimados lectores, ya habíamos votado durante la semana. Todo nuestro interesante debate había sido en vano, pues la decisión de nuestro valiente comité estaba tomada de antemano. Ahora había que discutir la validez de los votos, momento que yo aproveché para una graciosa huida.
Dicen que si Salvador Dalí hubiese nacido en México, hubiera sido un sujeto más. Después de esta experiencia, no puedo estar más de acuerdo.
Y, ¿qué pasó con OOXML? En lo que a México respecta, se optó por una abstención del voto. El resultado de la votación internacional es que OOXML tendrá que buscar ser aceptado como estándar ISO por la vía normal, ya que no lo consiguió a través del fast track. Mientras tanto, los diferentes formatos del documento conviven felices en mi computadora, sin que este evento surrealista parezca afectarlos.
Acerca del autor
Dr. Raul A. Trejo es Profesor Investigador del Departamento de Sistemas de Información del Tec de Monterrey, campus Estado de México. Sus áreas de interés incluyen Ingeniería de Software, Negocios Electrónicos e Inteligencia Artificial. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y ha presentado sus trabajos de investigación en diversos foros nacionales e internacionales. El Dr. Trejo es miembro fundador de la Asociación de Sistemas de Información de América Latina y del Caribe.
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