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La cultura abierta se basa en la premisa de que el conocimiento, las acciones y las expresiones humanas no son creadas espontáneamente. Lo que sabemos, hacemos y decimos es producto de la influencia de tendencias técnicas, corrientes filosóficas o posiciones humanas que vamos adoptando y/o acumulando voluntaria o involuntariamente a lo largo de nuestra vida. En el campo de la innovación, así como sucede con el desarrollo de software enmarcado en el movimiento de cultura libre, podemos encontrarnos con el término de “open innovation” o innovación abierta.
La innovación abierta tiene dos características definitorias: la primera corresponde a la búsqueda de la generación de valor. En las últimas dos décadas, los círculos de innovación tecnológica y empresarial han estado abriendo sus estructuras y equipos de trabajo para que nuevas ideas y propuestas influyan sus enfoques de diseño de productos, servicios y procesos con tal de mejorarlos para ser más competitivos o adaptarse a nuevas demandas del mercado.
La “receta tradicional” para esta apertura es el desarrollo de esquemas de intercambio y socialización de talentos entre empresas, grupos de especialistas e inclusive stakeholders multidisciplinarios sin total afinidad al servicio o producto. O como comúnmente dice Henry Chesbrough, uno de los pioneros de la innovación abierta en el ámbito del emprendimiento, la apertura se basa en la idea de que “no toda la gente brillante trabaja para ti”.
Hoy en día hay un caleidoscopio de esquemas en donde empresas y emprendedores buscan fomentar o pertenecer a grupos de especialistas que les permita estar a la vanguardia. Los concursos, “hackatones”, programas de incubación de talento, intercambio de personal entre organizaciones aliadas y la inmersión en contextos multidisciplinarios son situaciones en las que se puede observar esta necesidad de colaborar y pertenecer a grupos de creadores. Pero la innovación abierta busca concretamente apalancarse de las personas que están inclusive fuera de estos círculos de confianza de las organizaciones, que mediante su huella digital al dejar los objetivos, ideas preliminares, documentación de trabajo y tecnologías, espacios de conversación e inclusive la toma de decisiones de manera pública y transparente, promueven la colaboración en su forma de apertura total.
Comunidades en acción
En una plática reciente con Darío Wainer, director de GarageLab en Argentina, nos comentó que hoy en día no hay fronteras que detengan la voluntad de tener espacios globales de colaboración y que la innovación abierta busca la posibilidad de hacer realidad el que “ninguna organización puede tener como laboratorio de innovación más grande que el mundo entero”. Y para grupos de innovación social, como GarageLab, que buscan crear soluciones para problemas de la vida cotidiana es más fácil resolver problemas si se involucran quienes lo pueden solucionar independientemente de dónde estén y a que se dediquen y no solamente mediante el empleo de un grupo talentoso de personas.
Actualmente, GarageLab es una pequeña –pero vigorosa– comunidad de tecnólogos que trabajan realizando proyectos de manejo de datos, desarrollo de software y recientemente hardware abierto, en conjunto con una amplia gama de especialistas de grupos sociales y dependencias de gobierno. Para Darío Wainer el proceso de innovación abarca la identificación del problema, la vinculación con comunidades y tendencias globales, los ejercicios disruptivos, la experimentación, las pruebas de concepto, la elaboración de prototipos y el análisis de los fracasos, etapas que va realizando y documentando bajo licencias flexibles de propiedad intelectual que permitan el uso, la modificación y la realización de obras derivadas de lo generado en el proceso de innovación.
Desde el mundo del emprendimiento social, en donde el escenario operativo generalmente es austero en materia de recursos financieros y complejo en el escenario de los problemas sociales que se buscan resolver; la innovación abierta está teniendo cabida cada vez más en la plétora de soluciones con el fin de optimizar el acceso a expertos, soluciones, metodologías o procedimientos sin importar las posibles limitantes.
Esta segunda característica fundamental de la innovación abierta también se centra en la calidad de las destrezas y habilidades de las personas pero agrega un componente adicional: su articulación para que mediante flujos irrestrictos de conocimiento se logren impactos puntuales durante el (re)diseño de un producto, servicio o proceso.
Éste es el caso de otra organización que recientemente conocimos de manera cercana, Waag Society, uno de los laboratorios de innovación más antiguos de Europa que hoy en día ha adoptado modelos abiertos de innovación para el análisis y desarrollo de soluciones sociales y tecnológicas. Además de tener espacios físicos abiertos al público y gran parte de la documentación de proyectos accesible para su re-uso irrestricto, los proyectos ahí concebidos buscan ser creados en redes de colaboración multidisciplinaria.
Uno de sus recientes proyectos, openpcr.org es un ejemplo de innovación abierta ya que una red de especialistas se dedico a elaborar una termocicladora sin restricciones de propiedad intelectual con el fin de que pudiera ser construida a un costo accesible por centros de salud e investigadores en países de pobreza extrema para que así poder amplificar moléculas del ADN con el fin de identificar elementos causantes de enfermedades.
Al día de hoy, el OpenPCR puede ser comprado a un costo sustancialmente más bajo que el del mercado o también se puede realizar en “casa”. El desarrollo entero de OpenPCR fue realizado de manera colaborativa y su documentación tanto del diseño como del software están abiertas y pueden ser accedidas en el sitio del proyecto: openpcr.org
Otro proyecto de diseño e innovación abierta recientemente incubado por Waag Society es el primer teléfono móvil elaborado con materiales y procesos comerciales que no afectan en ningún paso de su cadena de suministro a personas o al medio ambiente. Este proyecto representó un reto que superó la concepción tradicional del diseño abierto ya que implicó la redefinición de una cadena de valor entera basada en principios de comercio ético sin perder de vista a los consumidores.
El proceso de innovación del Fair Phone es producto de una extensa red de colaboración entre especialistas en diversas partes del mundo que han analizado alternativas en las áreas de cadena de suministro, ensamble y comercialización redefiniendo los procesos, estándares y materiales mismos que forman parte de un
producto. Gracias a este proceso abierto de innovación ha sido posible que un equipo pequeño –inclusive de proporciones financieras menores– haya podido analizar y proponer alternativas a la cadena de valor de un producto como un teléfono móvil.
El valor que trae al mercado el Fair Phone no está sólo en sus características como un producto competitivo, sino que promueve los estándares que productos similares deben de cumplir para ser considerados éticos. Hoy en día, después de una campaña de crowdfunding, se han vendido suficientes teléfonos generando así la inversión necesaria para iniciar el primer lote de producción.
El reto de innovación al que se enfrentaron los participantes en el proyecto Fair Phone es muy similar a lo que muchas empresas con fines de lucro enfrentan en la actualidad.
Conclusiones
Hoy en día el valor va más allá de hacer un producto más. El reto está en diseñar y articular el conocimiento adecuado para enfrentar problemas y necesidades del mercado de manera distinta y propositiva antes de que otros lo hagan primero.
De manera general, tanto los espacios empresariales como los sociales están en plena experimentación y adaptación a los modelos abiertos. En el contexto empresarial, Henry Chesbrough ha sido muy enfático en señalar que no existe aún un ciclo de reciprocidad innovativa entre lo que él llama “outside-in innovation” y el “inside-out innovation”. Si bien se han ya puesto en marcha modelos ‘outside-in’ en donde grupos de innovación participan en
ecosistemas abiertos de intercambio de conocimiento y extraen de ellos ideas, tecnologías y métodos para convertir en soluciones y productos como parte de una empresa o marca, es mucho más difícil encontrar modelos opuestos que liberen la tecnología realizada dentro de un grupo de innovación hacia el público para que haya productos, servicios y procesos derivados.
Agradecimiento al Dr. Alberto Ramírez Martinelli por haber colaborado en la revisión de este artículo.
Referencias
[1] www.waag.org
[2] www.fairphone.org
[3] www.openpcr.org
[4] http://www.innovationmanagement.se/2013/07/17/open-innovation-past-and-present-an-exclusive-interview-with-henry-chesbrough/
[5] http://www.youtube.com/watch?v=02tCs3oKovc
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