Es un Nuevo Mundo

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Hablar de la “Revolución Informática“ en estos días ya suena a algo anacrónico y viejo: empezando la segunda década del siglo XXI pocos dudan del impacto que las tecnologías de información han tenido en el mundo de los negocios, en la cultura general y la manera en que vemos y entendemos el mundo. A pesar de ser considerada como una industria joven, con apenas unas décadas de nacimiento, ésta ha probado su valía creando a algunas de las compañías más grandes y rentables del mundo en los últimos 40 años. Sin embargo, debido también a la novedad en esta disciplina, los métodos y procesos usados para crear tanto hardware como software siguen cambiando y desarrollándose para adaptarse al nuevo mundo de una vida digital, conectada y con millones de usuarios.

La administración científica

A principios del siglo XX, el ingeniero y economista norteamericano Frederick Winslow Taylor redactó en su libro Principles of Scientific Management un sistema de organización del trabajo llamado “administración científica“, que después sería conocido como Taylorismo, basado en la aplicación de métodos científicos positivistas y mecanicistas a la relación entre los obreros y las técnicas de producción desarrollados en la revolución industrial con el fin de maximizar la eficiencia de la mano de obra y de la maquinaria mediante la división sistemática de las tareas, la organización del trabajo en sus secuencias y procesos, además del cronometraje de las operaciones, mas un sistema de motivación mediante el pago de primas al rendimiento, suprimiendo la improvisación en la actividad industrial. De esta manera, la administración científica se aplica a los métodos de producción como una dirección que asigna al proceso laboral los principios básicos del método científico, basado en:

  • La división del trabajo en dirección y trabajadores.
  • La subdivisión de las tareas en otras más simples.
  • La remuneración del trabajador según su rendimiento en producción.

El Taylorismo aumentó la eficiencia en las fábricas para la producción de bienes por medio de la reducción, simplificación y optimización de procesos, tanto incluyendo tecnología en ellos como capacitando y entrenando a los obreros para especializarlos en labores técnicas. El Taylorismo como método de trabajo tuvo un impacto importante en la creación y formación de las primeras empresas a principios del siglo pasado y es debido a esta teoría que las empresas utilizan un sistema de división de áreas como “administración“, “legal“, “recursos humanos“ y varias más que todavía se usan en la administración de empresas en nuestros días.

Los trabajadores del conocimiento

Si bien la administración científica proveyó de las guías y métodos que se necesitaban para suministrar la creciente demanda de bienes de consumo a las grandes ciudades, a mediados del siglo XX se crea la figura del “trabajador del conocimiento“, una especie de “obrero“ especializado cuyo trabajo no puede ser medido en el número de piezas que produce por hora, sino por la innovación que aporta a los procesos de producción. Un trabajador del conocimiento produce intangibles: ideas, información, que para que sean productivos alguien debe apropiárselos e integrarlos en una tarea. Son trabajadores del conocimiento tanto los investigadores científicos y los cirujanos, como los dibujantes, los creativos, los publicistas, los gerentes o los empleados que trabajan con una computadora.

El problema en la gestión de los trabajadores del conocimiento es que su trabajo no puede ser simplificado o sistematizado debido a la naturaleza intangible de lo que producen: una buena idea puede producir más en términos de beneficios al negocio que años de optimización de procesos. Las condiciones para que un trabajador del conocimiento pueda operar eficientemente difieren mucho a las que requiere un obrero, ser un trabajador del conocimiento implica autogestionarse, es decir, concentrarse en la tarea, administrar el tiempo, asumir responsabilidad por su propio desarrollo, crecimiento y por los resultados generados.

TI y la administración actual

A 100 años de la definición del Taylorismo las empresas, sus áreas y sub-áreas siguen siendo organizadas de la misma manera que cuando eran sólo fábricas que producían bienes de consumo, enfrentándose a serios problemas en cuanto al manejo y gestión de los trabajadores del conocimiento. Peter Drucker menciona en su libro Knowledge-Worker Productivity: The Biggest Challenge que “en términos de los conocimientos reales sobre la productividad del trabajador del conocimiento, estaremos en el año 2000 aproximadamente donde estábamos en 1900 en términos de los conocimientos sobre la productividad del trabajador manual”, lo que es indicativo de lo mal preparadas que se encuentran las empresas para manejar y gestionar sus áreas de TI de forma óptima.

Dentro de los grandes corporativos cuyo foco no es la tecnología –por ejemplo, el gobierno– las áreas de TI se encuentran englobadas dentro de las áreas de administración porque se les consideran “áreas de servicios“, limitadas a sustentar la base tecnológica del corporativo. En los corporativos cuyo foco es la tecnología, las personas especialistas en su desarrollo se encuentran en las partes bajas del organigrama dejando la toma de decisiones a ejecutivos que muchas veces no tienen la preparación ni el conocimiento de primera mano sobre la misma tecnología que se crea en las empresas para las que trabajan.

En ambos casos el problema en la administración deficiente se refleja como la burocracia alrededor de los trabajadores de TI: reportes, reglamentos, juntas, reuniones, planes, procedimientos y varios otros elementos que más que facilitar el proceso de creación e innovación son obstáculos cuyo fin es justificar el trabajo en lugar de volverlo sustentable. En un entorno así, el personal de TI se vuelve burocrático y reactivo, enfocado en llenar formatos y documentos en lugar de crear tecnología eficiente y enfocado a usuarios reales.

No digo que los elementos de administración deban ser eliminados por completo, sino que deberían ser reducidos a lo que es estrictamente necesario para dar un modelo e infraestructura que sustente a los trabajadores de información dentro de las áreas técnicas de las empresas, pero con 100 años a cuestas de administración científica en el cuerpo directivo esta no será una tarea sencilla, al menos en las empresas tradicionales. Este puede ser un indicativo de por qué cada vez hay más startups de tecnología y porqué el talento técnico empieza a preferir trabajar en empresas pequeñas o incluso en sus propias ideas.

La nueva realidad

Actualmente, cuando se trata de tecnología, todos pueden comenzar un negocio. Las herramientas y plataformas que solían estar fuera del alcance de muchos ahora son fácilmente accesibles y la tecnología de alto costo ahora se puede obtener por precios muy bajos o inclusive de manera gratuita. Una persona puede realizar el trabajo de dos o tres y en ocasiones de departamentos enteros. Cosas que hasta hace unos años eran consideradas imposibles son algo simple hoy en día.
Las tecnologías de información nos habilitan para tener acceso a prácticamente toda la información que podamos necesitar sin movernos de nuestra silla, trabajar en cualquier lugar sin necesitar de una oficina y colaborar en tiempo real con personas que se encuentran a cientos de kilómetros.

Debemos repensar los procesos y métodos con los que trabajamos basados en el nuevo mundo en el que vivimos, muy diferente de aquel en que fueron redactados los principios con los que se crearon las empresas que existen hoy en día. La verdadera mejora de procesos se encuentra en el enfoque al usuario y al mercado, no en la burocracia laboral.

Bio

Mauricio Angulo es programador desde 1989 divulgador, ávido escritor y emprendedor. Actualmente es CEO y fundador de Tesseract Space donde realiza funciones de asesor y consultor de innovación tecnológica, mercadotecnia digital y experiencia de usuario.