Re-Educación versus Rezagos

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Hace unos meses leí una nota periodística titulada: “México, rezagado en el uso de robots financieros” [1] y recordé que lograr ganancias financieras significativas por medio del comercio electrónico automático de alta frecuencia (HFT, por sus siglas del inglés «High-Frequency Trading») puede ser un objetivo muy difícil de lograr según he escuchado decir a expertos en la materia. ¿Por qué? El desafío implica combinar una alta especialización técnica en varios campos tanto del ámbito del problema como de la solución. Por ejemplo, se requiere dominar los detalles relevantes de la regulación comercial vigente. De otro modo se corre el riesgo de provocar sobresaltos injustificados en los mercados bursátiles. Desde la pasada crisis financiera mundial, a partir de 2008, tales espejismos bursátiles pueden tener consecuencias penales de mayor gravedad. Además, como cualquier otra solución de negocio basada en software, igualmente aquí se requiere un señorío sobre cómo administrar la complejidad inherente al diseño y desarrollo del software involucrado; es decir, una deficiente atención a las propiedades esenciales de un software no-trivial puede provocar que la complejidad se desborde e impida alcanzar los objetivos esperados del proyecto en cuanto a ventana temporal de oportunidad, completitud y presupuesto. Asimismo, los defectos en este tipo de soluciones de negocio pueden provocar, como ha ocurrido, sobresaltos indeseables como los ya aludidos; por lo que la calidad y el nivel de exactitud requerido en el software son especialmente importantes.

Con base en lo que dice la nota: “El HFT realiza cientos de operaciones en milisegundos y en el país muy pocos activos tienen la liquidez y profundidad necesaria” —el énfasis es mío—, me pregunto: ¿quizá el rezago aludido en el título de la nota proviene, por tanto, de que no hay más activos? ¿O acaso con más “tecnología necesaria, la inversión realizada y los software y hardware (sic)” —como dice la nota— sería suficiente para disminuir el rezago de marras?

La causa raíz del rezago quizá es múltiple y más compleja que la planteada en esa nota periodística. Sigamos pues indagando las causas de nuestra rezagada situación colectiva local.

El diagnóstico de tal rezago no podría distanciarse mucho del diagnóstico general para esta nuestra cultura colectiva mexicana. Por lo que el rasgo del cortoplacismo en dicho diagnóstico general también estaría presente en este caso particular. Rasgo por el cual no hay ni barbecho ni sembrado ni esmero en el cuidado ni de las semillas socioculturales ni económico-políticas, sino consumismo rampante y apego malsano a la gratificación inmediata. De ahí que suele haber muy poco para cosechar en el mediano y largo plazo; en otras palabras, hay poco cultivo de talento en diseño de soluciones de negocio basadas en software. Sin ese tipo de talento, la “teoría de la dependencia” se mantiene, de manera indefinida, acumulando evidencia a favor de su veracidad.

«La culpa la tiene “el sistema”» –dice una frecuente consigna; la cual, cuando se repite acríticamente, tan sólo resulta ser una cantaleta pseudo-intelectual. Por supuesto que sí: muchos sistemas socioculturales están involucrados en las causas de nuestro rezago colectivo. Sin embargo, todos somos una parte de esos mismos sistemas socioculturales con frecuencia señalados en lo general. Por eso es tan relevante la autocrítica; en la autocrítica individual podría gestarse el inicio de cambios sistémicos.

La complicación es que los sistemas educativos imperantes no suelen cultivar individuos con los valores, principios, prácticas y hábitos intelectuales para ejercer la autocrítica. Un problema con eso —entre muchos otros— es que esos sistemas socioculturales cultivan individuos incapaces de alcanzar una mayor conciencia de sí mismos y de lo que la cultura a su alrededor ha hecho de ellos. Ese problema es otro rasgo por el cual los sistemas socioculturales tienen propiedades básicas revolventes que resultan muy problemáticas; es decir, que generan otras propiedades problemáticas de orden superior, emergentes.

Hay quienes afirman que los sistemas socioculturales funcionan muy bien porque funcionan para ellos. Pero difícilmente un sistema sociocultural realmente funciona si sólo funciona para unos pocos. Los rezagos colectivos apoyan la conclusión de que esos sistemas dejaron de funcionar —si alguna vez lo hicieron— para el bien común (¿«bien común»? –frecuentemente me sorprendo de mi propia candidez). Por lo que hay quienes buscan alternativas a los sistemas actuales y afirman que tales alternativas llegarán como “reformas estructurales” a los mismos sistemas imperantes (¿quién, ahora, resulta ser el cándido?).

Desarrollar la capacidad de autocrítica, personal y profesional, es una semilla con potencial de transformación sistémica. Aquí propongo que ese desarrollo debe estar enteramente en las manos del individuo. El individuo adulto debe tener en claro que su educación en adelante debe estar en manos propias y no en las manos de los sistemas socioculturales que han estado a cargo de su cultivo y lo han formado a favor de los objetivos de esos sistemas. Si la cultura local mantiene y protege un estado de inconsciencia de sus procesos propios de culturización colectiva, entonces la frase «La cultura local no es tu amiga» podría ser un tipo de mantra útil para no olvidar los efectos de repetir lo tradicional de manera acrítica. Por el contrario, la idea de una cultura cosmopolita resulta prometedora para aproximarse más a una concepción amplia de —y que valga la pena llamar— «educación».

Con la autocrítica, para retomar un inicio, sería posible identificar cada vez más rezagos y deficiencias conceptuales a nivel individual. Conviene empezar, por ejemplo, por conceptos muy relevantes: ¿qué es un dato?, ¿qué es información?, ¿qué es conocimiento?, ¿cómo se distingue uno de otro?, ¿cuál es la estructura cognitiva de cada uno?, etcétera.

Tomar conciencia de nuestros rezagos y deficiencias conceptuales a nivel individual sería un primer paso para poder cerrar poco a poco esas brechas que provocan alucinaciones intelectuales: tomar como entendido por completo algo de lo que apenas entendemos lo meramente superficial. Por eso es tan relevante la retrodidáctica. Propongo que la retrodidáctica sea el arte de auto-reeducarse; es decir, es el cultivo de la conciencia de que muchos aspectos básicos realmente no los dominamos tan bien como nos empeñamos en querer creer.

En la categoría de diseño y arquitectura aplicativa, por ejemplo, no sólo es necesario adquirir productos que resultan de la técnica o destreza de otros —e.g., adquisición de productos tecnológicos—, sino también se requiere desarrollar conocimiento. No digo adquirir sólo datos ni digo sólo adquirir información, sino cultivar conocimiento; es decir, nivel de conciencia. En otras palabras, y con relación al tema de la nota periodística, me refiero a cultivar preguntas como ¿qué es un algoritmo computacional?, ¿qué es un sistema operativo, qué es un hardware thread, y un software thread, qué es un Windows/Linux Process? ¿Qué es concurrency, qué es parallelism —estas dos últimas son cosas distintas entre sí—, qué es almacenamiento RAM, y almacenamiento persistente, qué es una red computacional de teleproceso, etc.?

"La transformación llega más de explorar cuestiones profundas que de buscar respuestas prácticas" —Peter Block [2]

Rezagos conceptuales ocurren en otras categorías de la creación de soluciones de negocio basadas en software; por lo que también se requiere autocrítica y retrodidáctica en categorías, por ejemplo, como «Persona/Grupo de Trabajo» o en la categoría de «Procesos», entre otras categorías que agrupan diversos factores críticos del éxito en la creación de este tipo de soluciones.

Por lo que una remediación cultural exige, también, el desarrollo de las destrezas de las personas y no sólo la adquisición y el consumo de productos. Eso significa el desarrollo de sus facultades más básicas a nivel individual; por ejemplo, el pensamiento crítico, el pensamiento creativo, el pensamiento solidario, la retrodidáctica, etcétera. O dicho de otro modo: exige el desarrollo de su profesión; es decir, de la acción y el efecto de su profesar en el contexto de un profesionalismo que de manera justificada pueda llamarse más «maduro».

Si lo colectivo aporta algo al individuo —como lo que hay a la mano en los sistemas escolarizados locales— pues hay que agradecerlo y aprovecharlo. Pero, ahora más que nunca, en esta época de la revolución de la información, el individuo ya no necesita por fuerza quedarse sólo con lo provisto por lo colectivo, sino que tiene la posibilidad de no sólo ser autodidacta sino, además, retrodidacta [3].

Referencias

  1. R. Rivera. “México, rezagado en el uso de robots financieros”. El Financiero, 13-nov-2017.  http://swgu.ru/uz

  2. P. Block. The Answer to How is Yes: Acting on what matters. Berrett-Koehler Publishers, 2003. http://swgu.ru/u-

  3. http://retrodidacta.blogspot.mx

 

Bio

Marco A. Dorantes es un consultor en el desarrollo reflexivo y cooperativo de sistemas computacionales que retornan ganancias. Practica el diseño de sistemas de cómputo desde 1987. Su principal interés profesional es la aplicación tanto de las teorías como de las prácticas del pensamiento sistémico para la creación de soluciones de negocio basadas en software. http://agilidad.blogspot.mx