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Quienes usamos y compartimos la idea del software libre y abierto, nos topamos con quienes simplemente no entienden cómo es que podamos “regalar” nuestro trabajo. Es una cuestión de creer en que la idea es correcta y “regalar” el trabajo (asunto que estrictamente pudiese ser cierto), no es tan lamentable ni grave como a más de uno le pudiese parecer. De hecho, Donald Knuth, una de las ‘vacas sagradas’ del cómputo ha dicho ya en alguna ocasión que todos estamos obligados a hacer algo por nuestras comunidades, por el lugar donde vivimos. Los programadores pueden donar su código y eso es una manera de agradecer los beneficios recibidos en nuestras existencias. Cada quien, desde su guarida, está obligado a hacer de este mundo algo mejor. Knuth es el primero en aplicar esta idea y su sistema de tipografía TeX, es libre y gratuito. Es de código abierto y en la actualidad sigue siendo el estándar en sistemas de tipografía para libros de matemáticas. TeX tiene ya sus años y se ha desarrollado extraordinariamente con una serie de herramientas para quienes tienen que formar libros científicos. Así pues, aparte de la obra maestra de Knuth (The Art of Computer Programming - una serie de libros sobre cómputo), tenemos a TeX, entre tantas cosas que ha hecho este personaje por el cómputo mundial.
En el software libre, abierto, en donde en general incluso se entrega el código fuente, tenemos la posibilidad de aprender de lo que otros ya han hecho
Esto me hace pensar en el ajedrez: gracias a quienes escriben de las partidas de otros, que las analizan, que hacen colecciones de posiciones de táctica, de ejercicios para mejorar en nuestra comprensión ajedrecística, entonces aprendemos. No tiene sentido pretender inventar el hilo negro, aprender todo desde cero, sin ayuda. No nos alcanzaría una vida en ese sentido. Hay que sacar ventaja de que otros ya han hecho el trabajo y se han tomado la molestia de explicarnos muchas cosas que nos permiten avanzar más rápidamente.
Leyendo a Frederic Friedel, de la empresa alemana Chessbase (dedicada a la venta de programas informáticos, bases de partidas, monografías de aperturas, todo lo relacionado con el ajedrez computarizado), que en una entrevista dice que los programas de ajedrez de código abierto han arruinado este negocio del ajedrez cibernético. El problema es que hay una serie de motores de ajedrez, “engines”, los cuales juegan tan bien como los comerciales: Fritz, Rybka, Shredder, etc. Por ello en la versión 13 de Fritz, Chessbase ha añadido el que se pueda interactuar con análisis de otros a través de la “nube”, es decir, a través de análisis realizados por otros y guardado en los servidores públicos de Chessbase. Para ello, cabe decirlo, se necesita comprar Fritz 13 para tener acceso a esta opción.
El problema es que Robbolito, Houdini y StockFish, entre otros, son programas que juegan ya tan bien como Rybka que de acuerdo a Garry Kasparov (probablemente el mejor jugador de todos los tiempos), a finales del 2010 era el programa que mejor entendía de ajedrez. Ahora simplemente se puede descargar cualquiera de los programas mencionados y si comparamos análisis contra los motores comerciales, no veremos prácticamente diferencia. Quizás Friedel tiene razón: vender motores y programas de ajedrez ya no parece ser un buen negocio.
Pero pensemos en Chessbase, el producto estrella de dicha empresa, el manejador de partidas de ajedrez el cual es un estándar. Hay varios productos de la competencia, algunos comerciales, y otros de software libre y abierto. Chess Assistant, quien compite comercialmente con Chessbase, hace estrictamente lo mismo que éste (y viceversa), es cuestión de gustos y de tiempo el preferir uno u otro programa. Sin embargo, tenemos “José” (por José Raúl Capablanca) y Scid (Shane’s Chess Information Database), que son programas que en términos generales hacen lo mismo que Chessbase o Chess Assistant, sin embargo, no tienen el éxito de los programas comerciales. ¿Por qué?
Puede haber muchas razones, pero quizás la más común es que Chessbase y Chess Assistant también entregan una serie de programas de apoyo para sus manejadores de partidas. Tienen servicios de recolección de partidas que se juegan en los torneos y sus bases de información están actualizadas al día. Los programas públicos, libres y gratuitos tienen eso en contra y no pueden competir con esta parte de los programas comerciales. Otra razón es que sus bases de partidas están en general en un formato optimizado para búsquedas, el cual es propietario, mientras que los programas abiertos usan el formato PGN (Portable Game Notation), que probablemente sea mucho más lento de manipular cuando se tienen ya más de cinco millones de partidas con todo el ajedrez registrado.
Así pues, he aquí lo que hay que hacer para mantener un negocio de software a flote: hay que dar mucho más que solamente un programa funcional. Por eso Chessbase y Chess Assistant se mantienen en el gusto de los ajedrecistas. Con ese mismo criterio el negocio de los programas que juegan ajedrez debe buscar dar más que sólo un programa que juegue al ajedrez. Como se mencionó antes, Fritz 13 es un primer paso en ese derrotero, pero es claro que hay que apresurarse porque los programas abiertos y gratuitos hacen tanto como los comerciales. ¿Por qué pagar por algo que se puede conseguir gratis?
Manuel López Michelone (La Morsa). Físico por la UNAM y Maestro en Ciencias por la Universidad de Essex en el tema Inteligencia Artificial. Columnista por muchos años en publicaciones de la industria del cómputo y ávido programador. Su Twitter: @morsa y su correo morsa@la-morsa.com.
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