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En los últimos años se han hecho grandes esfuerzos para que la industria de software mexicana aparezca en el mapa nacional e internacional. Esto se ha logrado gracias a los esfuerzos de individuos, empresas, regiones, gobiernos y la academia. Tenemos muy buenos ejemplos de éxito en varios rubros, sin embargo considero que todavía no debemos cantar victoria: la gran parte de la industria de software en México sigue siendo poco competitiva.
Para aclarar qué significa la competitividad, revisemos la siguiente definición extraída de www.zonaeconomica.com/definicion/competitividad: "La competitividad es la capacidad que tiene una empresa o país de obtener rentabilidad en el mercado en relación a sus competidores. La competitividad depende de la relación entre el valor y la cantidad del producto ofrecido y los insumos necesarios para obtenerlo (productividad), y la productividad de los otros oferentes del mercado". El concepto de competitividad se puede aplicar tanto a una empresa como a un país. Por ejemplo, una empresa será muy competitiva si es capaz de obtener una rentabilidad elevada debido a que utiliza técnicas de producción más eficientes que las de sus competidores, que le permiten obtener ya sea más cantidad y/o calidad de productos o servicios, o tener costos de producción menores por unidad de producto.
Notamos que las palabras clave para lograr la competitividad son la rentabilidad y la productividad. En el ejemplo de la competitividad de una empresa se agrega la utilización de técnicas de producción más eficientes que las de sus competidores. Este último punto nos confirma que no estábamos tan equivocados tratando, desde finales de los 90s, de promover la adopción de buenas prácticas a través de modelos SW-CMM, CMMI, MoProSoft, Competisoft para incrementar la competitividad de las empresas. Sin embargo, en todos estos años hemos observado que su adopción no es ni tan fácil ni tan masiva como lo hubiéramos deseado. Actualmente existen en México alrededor de 2,500 empresas dedicadas al desarrollo de software de las cuales 41 están evaluadas en algún nivel de CMMI (entre ellas se encuentran áreas internas) y 183 en MoProSoft, lo que significa menos del 10% del total.
Otro dato inquietante es que los diagnósticos que se aplican en México a las empresas que quieren adoptar MoProSoft –o en Iberoamérica Competisoft– muestran una brecha muy grande entre lo que la gente hace y lo que los modelos dicen que se debe de hacer. Esto me lleva a la conclusión de que, tal vez, el obstáculo más de fondo para lograr la competitividad está en la baja profesionalización de los recursos humanos que están trabajando en la industria. Con esta afirmación no quiero ofender a nadie, solamente quiero que reflexionemos sobre el asunto.
Para empezar, preguntémonos ¿qué es lo que distingue a una profesión reconocida? Según Starr (1982), es una profesión en la cual: El conocimiento y las competencias están validados por la comunidad de pares. El conocimiento validado de manera consensada está basado en fundamentos científicos y/o racionales. Los juicios y los consejos están basados en un conjunto de valores sustanciales. En mi opinión nos falta la consolidación y el acuerdo nacional sobre estos puntos. Preguntémonos: ¿por qué los médicos, los abogados o los contadores se han profesionalizado? Una de las razones más importantes es que su trabajo impacta direc-tamente a la salud o los derechos e intereses de los ciudadanos. ¿Y en el caso de la industria de software no pasa lo mismo?
Creo que ya es hora de que pensemos en un esquema nacional de certificación de Ingenieros de Software y sus perfiles, tales como Analistas, Arquitectos, Expertos en Pruebas, Programadores, entre otros. Afortunadamente, no tenemos que empezar desde cero. Ya se publicó el estándar internacional ISO/IEC 24773 Certification of Software Engineering Professional el cual define lineamientos generales para crear un esquema de certificación. Esta norma propone usar como cuerpo de conocimiento otro estándar de ISO/ IEC 19759 Software Engineering Body of Knowledge (SWEBOK). Países como Australia y Japón ya cuentan desde hace tiempo con este tipo de esquemas.
¿Qué beneficios traería tener el esquema de certificación de profesionales en Ingeniería de Software?
Esto ayudaría en la disminución de los costos y de la resistencia organizacional. ¿Verdad que soy soñadora?
La Dra. Hanna Oktaba es profesora de la UNAM, miembro del IPRC, y directora técnica del proyecto COMPETISOFT. hanna.oktaba@ciencias.unam.mx
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