Columna donde Hanna Oktaba nos comparte sobre lo que sucede (y cómo llegamos aquí) en la industria de software de México y el mundo.
Observando los equipos de mis alumnos, escuchando quejas de los que ya están trabajando y por experiencia propia, coordinando el equipo de Renovación de MoProSoft (si, dio efecto mi convocatoria de SG no.53) me he dado cuenta que convertir un grupo de personas en un equipo productivo y contento no son “enchiladas”. Ya los agilistas en su manifiesto de 2001 nos advirtieron que hay que valorar más a los “individuos e interacciones sobre procesos y herramientas”.
No sé qué está pasando pero en las últimas semanas ha revivido el interés por MoProSoft. ResearchGate me está felicitando semanalmente por tener más de 20 lecturas del documento de MoProSoft 1.3 y los lectores no son nada más de México, lo leen en América Latina, en EU y hasta en la India. Los Institutos Tecnológicos de la república me piden conferencias sobre este tema y otros peregrinan de Lázaro Cárdenas a la Ciudad de México para pedirme una plática en la Facultad de Ciencias.
Hace unos días mi amiga Gloria Quintanilla me mandó una foto vieja encontrada en el baúl de su mamá. Esta foto ha despertado muchos recuerdos que quiero compartir con ustedes por dos razones: la primera es que se trata de una foto histórica de 1997, que presenta al grupo que fue uno de los pioneros al hacer algo por la calidad de software en México. La segunda razón es que son puras mujeres.
Recientemente me topé en la red con un artículo que, primero me llamó la atención por su título: “Productividad Ágil: Voluntad con enfoque de neurociencias” [1], y luego me cautivó por su contenido.
El enfoque al tema de productividad en Ingeniería de Software, abordado de manera similar como lo hacen las industrias “tangibles”, siempre me ha parecido inadecuado (con todo respeto para mis colegas “creyentes fervientes” en PSP, TSP y CMMI).
Les quiero comentar sobre algunas iniciativas de organización de la comunidad de la Computación y, en particular, de Ingeniería de Software en las cuales me tocó participar como miembro fundador en los últimos años.
La Organización Internacional de Estándares (ISO) y la Comisión Internacional Electrotécnica (IEC) son dos organismos dedicados a la definición de estándares internacionales. Los países miembros del grupo de ISO o IEC participan en el desarrollo de estándares internacionales a través de comités técnicos establecidos por cada una de estas organizaciones.
En la columna anterior les platiqué sobre el concepto de las alfas de Esencia y su posible uso. Mientras se publicaba la revista, me enteré de que en noviembre del año pasado el estándar ESSENCE de OMG superó la prueba como beta 2 y, finalmente, fue publicado en su versión 1.0 [1] con KUALI-BEH incluido. En la sección 6 del documento se pueden apreciar los reconocimientos para la UNAM y todas las organizaciones y personas que nos han apoyado en esta aventura.
En el número anterior les prometí hablar de cómo usar ESSENCE (lo voy a traducir como Esencia, que suena muy bonito) en la vida diaria de los proyectos de software.
El concepto básico de la Esencia es algo llamado ‘alfa’. Su uso puede reforzar tanto la gestión tradicional de proyectos (PMBoK) como la ágil.
En mayo de 2014 fue publicado por OMG el nuevo estándar ESSENCE 1.0, cuyo anexo B contiene una extensión del núcleo de ESSENCE llamada KUALI-BEH, desarrollada orgullosamente en México.
Ya es el segundo estándar intenacional, después de ISO/IEC 29110, dónde pusimos nuestro granito de arena apoyados, entre otros, por Software Guru.
Si mi memoria no me falla, conocí a Mara Ruvalcaba y Pedro Galván en 2002 como una pareja joven recién llegada de EU con una experiencia profesional vivida allá. Regresaron con el sueño de crear una revista para profesionales de software. Es la que hoy cumple diez años. Su creatividad, enorme entusiasmo y la dedicación convirtieron a Software Guru en una institución.
El 12 de noviembre del 2013 AMITI me invitó a dar una conferencia en el auditorio de la ITAM [1] sobre “El papel de la Mujer en las Tecnologías de la Información”, en el Foro Women in Technology (WIT): El talento femenino en las TIs y su impacto en la sociedad.
Estamos invadidos por una ola de modelos, estándares y certificaciones. Las siglas marean a cualquiera: CMMI, TSP, PSP, COBIT, ITIL, TOGAF, MAAGTIC, PMBOK, SWEBOK, BABOK, ISO/IEC 12207, 15504, SCRUM, XP, Kanban, Lean, UML, BPMN, por mencionar solo algunos. Yo misma me declaro culpable de agregar a MoProSoft, ISO/IEC 29110 y KUALI-BEH.
Estoy consiente que ya no se puede ir contra la nube.
Casi toda la información que intercambiamos los humanos de texto, voz y video está en alguna nube. Hasta se sabe dónde estamos físicamente, si usamos un smartphone.
El número anterior de Software Gurú lo leí de cabo a rabo. Es verdad que el número estaba dedicado a mi tema favorito —certificaciones—, pero me di cuenta de que no era la única razón. También encontré cosas interesantes sobre el uso de métodos ágiles, pruebas, casos de uso, tendencias tecnológicas y una conmovedora historia del suicidio de un joven genio comprometido con la sociedad.
En SG #36 les conté cómo llegamos a competir con Ivar Jacobson y sus aliados en una convocatoria del Object Management Group (OMG) que buscaba propuestas para “A Foundation for the Agile Creation and Enactment of Software Engineering Methods (FACESEM)”.
Han pasado diez años desde que diecisiete expertos de la industria del software: Kent Beck, Mike Beedle, Arie van Bennekum, Alistair Cockburn, Ward Cunningham, Martin Fowler, James Grenning, Jim Highsmith, Andrew Hunt, Ron Jeffries, Jon Kern, Brian Marick, Robert C. Martin, Steve Mellor, Ken Schwaber, Jeff Sutherland y Dave Thomas dieron a conocer el Manifiesto por el Desarrollo Ágil de Software.
Parir MoProSoft como norma mexicana nos costó 4 años de trabajo (2002-2005). Dar a luz como estándar internacional a su primer hijo, llamado Perfil Básico, nos llevó 5 años (2006-2011). Como orgullosa mamá y abuela les quiero contar de este importante acontecimiento tratando de responder a las preguntas frecuentes sobre el papá y el hijo.
“Al diablo con los procesos, hagamos prácticas”, es lo que está diciendo Ivar Jacobson por medio de la nueva iniciativa SEMAT que está impulsando.
En muchas ocasiones nos preguntamos ¿por qué la adopción y mejora de procesos de software en México, guiada por el modelo que gusten, no trae resultados tan rápidos e impactantes como nos hubiera gustado?
El desarrollo global de software, conocido también como desarrollo y entrega global, no es un concepto nuevo. El primer libro bajo este título fue publicado en 1998 [1]. La definición simple de lo que es el Desarrollo Global de Software habla de desarrollo entre varios equipos en localidades distribuidas geográficamente. Los equipos pueden ser de la misma organización o pertenecer a distintas organizaciones.
Para cuando lean esta columna, probablemente ya se habrá llevado a cabo la International Conference on Software Engineering (ICSE’06) en Shanghai, donde Barry Boehm participará como conferencista, y en su plática presentará su visión de la perspectiva histórica y el futuro de la Ingeniería de Software. Así que conociendo la importancia de este personaje y el impacto de sus opiniones, les comparto un pequeño resumen del artículo que Boehm desarrolló para esta ocasión y que nos hizo llegar a los miembros del IPRC (International Process Research Consortium).
En la entrega anterior de esta columna les platiqué sobre la creación del International Process Research Consortium (IPRC), cuyo objetivo es definir la ruta para investigación de procesos de software para los próximos 5-10 años. En el primer taller se presentaron propuestas individuales y posteriormente se formaron cinco espacios de sesión abierta sobre los temas identificados de interés común. Los participantes nos repartimos libremente entre estos espacios para generar ideas.